martes, 7 de mayo de 2013

Las virtudes de la comarca

“Mi querido Frodo, los hobbits son criaturas realmente sorprendentes, como ya he dicho. Puedes aprender todo lo que se refiere a sus costumbres y modos en un mes y después de cien años aún te sorprenderán” (Gandalf el Gris)


Admitámoslo, los hobbits llevan las de ganar. Si entre virtudes, cualidades y destrezas, las virtudes se distinguen por -ser hábitos voluntariamente adquiridos-, quizás los hobbits lleven la delantera. Eran los menos “naturalmente dotados” así que tenía que alcanzar todas sus “habilidades” a través de la virtud. Quizás su don nato más fuerte sería tener un corazón más resistente y permeable que el del resto, lo cual les permitiría ser capaces de ser los más fuertes. (Continuar leyendo)


PRUDENCIA
Los hobbits son criaturas prudentes, les admiro. Se supone que -la indignación ante el mal- es uno de los primeros y necesarios síntomas para poder tener un juicio prudente. Creo que los hoobits se mueven constantemente por esa aversión al mal, dicho en otras y mejores palabras, por ese -deseo de bien- Para ellos el bien no es un concepto, no es una fuerza que intuyen que al final triunfará, ni siquiera buscan el Bien por ser la opción “encabezada” por Gandalf. Para ellos, según mi humilde entender, el bien es la Comarca. Es lo bueno de lo cotidiano. A pesar de tener deseos de aventura, cosa que también mueve su voluntad, recuperar lo que se tenía en casa es lo que más les motiva. Esa es su esperanza, lo cual queda espléndidamente reflejado cuando Galadriel da a Sam el mejor de los reglaos, una cajita con arena élfica para poder sembrar un hermoso jardín en su vuelta a la Comarca. ¿Qué deseo más sabio y prudente, que añorar el bien de lo cotidiano, que querer luchar por recuperar un “hogar”? Los hobbits tenían un conocimiento práctico del bien. El bien era una vivencia, una experiencia.
El Bien, poco a poco fue exigiendo más y más de estos pequeños hobbits. Podría aventurarme a afirmar, que en un principio, el Bien les exigía poca virtud, le ofrecía escasos desafíos, quizás por eso querían viajar fuera de la Comarca, aspiraban a mayor Bien, mayor virtud. Sus personalidades se van transformado y construyendo a lo largo de la historia.  Frodo al inicio “peca” a veces de negligencia, si por él fuera se habría quedado en Bree, o en Rivendel. Incluso hay un momento en el Trancos le dice: “La prudencia es una cosa y la irresolución otra.”
Frodo va madurando y creciendo moralmente a pasos agigantados. Cada vez es más prudente, incluso en Moria, no comparte sus presentimientos, porque sabe que atemorizando a los demás, no conseguirá nada.
A lo largo de la historia, se van fraguando esos temperamentos.  Primero todo giraba en torno a sus apetencias concupiscibles. Solo buscaban comer, beber y dormir. Pero en el fondo su amistad y valores “hobbitianos” eran más fuertes. Poco a poco van a tener que ir rechazando unos bienes por otros.
Los hobbits respetan mucho al otro, aunque tienen grandes maestros, los elfos, quienes ni siquiera dan consejo para no intervenir en tu propio juicio. Sin desvírame del objeto material, los hobbits. Bilbo fue profundamente respetos y prudente como cuando decidió no matar a Smeagle, aunque pocos le comprendieron. Matarlo quizás hubiera sido astuto, matándolo podría evitar las consecuencias negativas o escandalosas de su comportamiento, sin valorar la bondad o maldad del mismo.

Una virtud “auxiliar” de la prudencia y que sin duda estos hobbits tienen es la docilidad. Aunque en este ensayo pretendo analizar particularmente a los hobbits, mencionaré un detalle de Aragorn que me conmovió particularmente. Cuando intenta convencer a Frodo de que confíe en él, le dice que él , cual buen montaráz, ya ha vivido mucho tiempo solo, intentando no confiar en nadie y generando a su vez esta misma desconfianza en los demás. Pero ahora se ha dado cuenta de que no quiere vivir solo, busca su comunidad. Todos lo harán a lo largo de esta primera aventura, dejarán sus propias tradiciones, costumbres y prejuicios, para construir una verdadera comunidad. En esto os hobbits son expertos.
La humildad, mantiene al hombre en la verdad de sí mismo: capacidades, limitaciones y fallos. Nuestros hobbits saben de qué pie cojean y siempre se dejan ayudar. Cuando Argos y Boromir los tiene que llevar en brazos, cuando tienen  que ir los primeros en saltar el puente, etc. Saben lo que son, los más débiles físicamente, y no luchan contra esta verdad.
JUSTICIA
Si el término amistad civil tiene un rostro, tiene que ser con orejas alargadas y pies peludos: Desinterés, desapego de los bienes materiales, donación, disponibilidad interior a las exigencias del otro. Si la verdadera justicia consiste en la búsqueda consciente y continúa del bien del otro, los hobbits son maestros en esto, es lo que les mueve: A Sam Pippin y Merry cuidar de Frodo, y a Frodo cuidar de ellos. Sin ningún otro interés. Estos amigos son criaturas de máximos, no de mínimos. Cicerón, les habría aplaudido esta amistad: “es la más espléndida de las virtudes, por la que se constituyen los hombres de bien”.
Y en la amistad de estos pequeños, sobre todo analizando al maravilloso Sam, la fidelidad siempre deja su huella, y es que el cumplimiento de una promesa es una de las formas más claras y universales de las formas de justicia.
TEMPLANZA
Otra virtud que me sorprendió en estos medianos es la templanza, aquí se ven las verdaderas motivaciones de su corazón.
No optan por la templanza como decisión ascética o teórica. Ponen valores superiores por encima de sus deseos inmediatos. Saben que tienen hambre y ganas de hartarse. Pero creen más valioso salvar sus vidas, cuidar de Frodo, ocultarse de los jinetes. Eso admiro de ellos, lo simples que son. No se buscan problemas morales, éstos acuden a ellos, de forma natural. No optan por “lo bueno” por querer ser mejores, cumplir con la norma o recibir reconocimiento. Optan por el bien, porque les lleva a su felicidad. Lo dice Bilbo cuando logra desprenderse, prudentemente, del anillo: “Me siento  más feliz – y libre, añadiría yo- que nunca.
FORTALEZA
La fortaleza: un compromiso constante con el bien, en la paciencia por lograrlo. Lo cual da paso directo a la esperanza. Esta última es la virtud que más admiro de estos pequeños. Salen de la comarca sin saber a dónde van, lo único que tienen claro es que los hobbits tienen que estar juntos, que no pueden dejar solo a Frodo y que el anillo no puede quedarse más en la Comarca. No saben a dónde ir, dónde está Gandalf. Desde el primer momento se les pide esta progresiva emancipación frente a sus líderes, la lucha es a título personal.
La esperanza, en medio de la duda es lo que le mantuvo fuertes. Veo como el caso de otro hobbit, cuando perdió la esperanza, la capacidad de contemplar, de añorar, entonces dejó que entrara el  mal. Se dice que Smeagle, era un hobbit como cualquier otro, quizás mas pensativo y reflexivo que los de su especie. Le encantaba dar paseos, hasta que “dejó de mirar el cielo y se quedaba mirando hacia abajo”. La pérdida de la esperanza abre puertas al temor, o lo que es pero, a la acedia, la tristeza vital que se instala en el alma y le impide hacer el bien: tristeza permanente que causa pesadumbre y disgusto ante el bien en general.
Hay que esperar siempre, incluso esperar a saber qué es aquello que se espera.


“Le puso en la mano una cajita de simple madera gris, sin ningún adorno excepto una runa de plata en la tapa. Eso es una G por Galadriel –dijo- pero podría referirse a “garden” en vuestra lengua (...) No te protegerá en el camino, ni te defenderá contra el peligro, pero si la conserva y vuelves un día a tu casa, quizás tengas entonces tu recompensa”.
(Galadriel)

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